El Programa de los 177 Pueblos Mágicos de Mexico, desarrollado por la Secretaría de Turismo en colaboración con diversas instancias gubernamentales y gobiernos estatales y municipales, contribuye a revalorar a un conjunto de poblaciones del país que siempre han estado en el imaginario colectivo de la nación en su conjunto y que representan alternativas frescas y diferentes para los visitantes nacionales y extranjeros. Más que un rescate, es un reconocimiento a quienes habitan esos hermosos lugares de la geografía mexicana y han sabido guardar para todos, la riqueza cultural e histórica que encierran.

El maravilloso juego de pelota en el México Antiguo

Nota sobre El maravilloso juego de pelota en el México Antiguo

Una de las estructuras arquitectónicas que más intrigan a los turistas que visitan los yacimientos prehispánicos de nuestro país, es el Juego de Pelota.

Con el propósito de que las personas que transitan por los muchos sitios arqueológicos de México, comprendan la trascendencia que tuvo esta edificación para los mesoamericanos, comentaremos lo siguiente.

El juego de pelota aparece en los vestigios de diferentes culturas prehispánicas desde la parte central de nuestra nación y hasta cerca de los límites de El Salvador y Honduras.

Se trataba de un juego con una gran aceptación entre los prehispánicos y paulatinamente fue enriqueciéndose con un sentido religioso y ritual. Al final, se transformó en algo muy diferente al impuso lúdico que lo hizo aparecer. Esa perspectiva ritual del Juego de Pelota, fue lo que motivó a los habitantes de estas antiguas culturas, a la construcción de los monumentales Juegos de Pelota, que los turistas contemplan con admiración y asombro, en nuestros días.

No obstante, se desconoce la manera en la cual se desarrollaba el juego de pelota, entre las culturas mesoamericanas.

Se piensa que existían estilos, atuendos, y maneras distintas de contabilizar los tantos. También las formas de las canchas eran diferentes: algunas con forma de "T" y otras con forma de "I". Por otra parte, el aro que se observa en estas canchas, en varios sitios arqueológicos de México y parte de Centroamérica, no siempre era atravesado por la pelota. Y es que, a veces, simplemente fungía como delimitador del espacio de juego, como marcador o bien, como rebotador. Por lo que se refiere a las pelotas, se utilizaban de distintos tamaños: a las más pequeñas se les golpeaba con el antebrazo o la rodilla; en cambio, a las más grandes, se les golpeaba con la cadera. Existen restos de pelotas del año 1500 antes de Cristo y se sabe que eran usadas sin canchas, en los antecedentes más remotos de esta práctica deportiva/ ritual.

Es interesante saber que las pelotas para este juego prehispánico, se elaboraban con la resina del árbol del hule.

Luego de obtener esta resina, rallando cortezas de ese árbol, se recopilaban en un recipiente y se dejaba hervir junto con una raíz nombrada como "Don Diego de Díaz". Esta última generaba una reacción química que derivaba en el endurecimiento de la resina. En los tiempos de los antiguos mexicanos, se acostumbraba cortar tiras de hule, para la elaboración de estas pelotas. El único problema era que se formaban burbujas en el centro. Para reventarlas, se usaban colas de mantaraya o puntas de maguey, puesto que, de no hacerlo así, la pelota no sería lo suficientemente rígida para usarla en el juego y se deformaría.

Por último, se pueden conocer los atuendos que usaban los practicantes del Juego de Pelota, a través de las pinturas murales, vasijas y estelas que existen en los distintos sitios prehispánicos.

Por lo general, usaban grandes penachos, yugos de piedra, calzoncillos de algodón con cinturones en la cadera y otras prendas más.