El Programa de los 177 Pueblos Mágicos de Mexico, desarrollado por la Secretaría de Turismo en colaboración con diversas instancias gubernamentales y gobiernos estatales y municipales, contribuye a revalorar a un conjunto de poblaciones del país que siempre han estado en el imaginario colectivo de la nación en su conjunto y que representan alternativas frescas y diferentes para los visitantes nacionales y extranjeros. Más que un rescate, es un reconocimiento a quienes habitan esos hermosos lugares de la geografía mexicana y han sabido guardar para todos, la riqueza cultural e histórica que encierran.

El monolito de Coyolxauhqui

Nota sobre El monolito de Coyolxauhqui

La célebre piedra azteca parecida a un gran escudo fue hallada en la base de la escalinata del Templo Mayor en 1978.

Fue un hallazgo que se produjo cuando la Compañía de Luz y Fuerza del Centro efectuaba excavaciones para el cableado subterráneo. El responsable de estos trabajos era el Ingeniero Felipe Curcó Bellet. La piedra en cuestión representa a la diosa Coyolxauhqui, quien aparece desmembrada, con las piernas, brazos y cabeza separados del cuerpo. La piedra tiene una forma marcadamente circular, lo cual alude a la luna llena u refiere a Coyolxauhqui, como un numen solar.

Coyolxauhqui en este monolito muestra pequeñas bolas de plumas de águila en el cabello, un símbolo parecido a una campana en la mejilla u una pestaña con el símbolo azteca para el año en la oreja.

Tal y como sucede en el caso de su madre, la diosa Coatlicue, lleva varios cráneos sujetos a su cinturón. Diversas investigaciones señalan que la acción de desmembrar y decapitar a sus víctimas, por parte de los mexicas, es una referencia sacrificial que alude directamente a Coyolxauhqui.

Los sacerdotes aztecas procedían en sus rituales de sacrificio de la siguiente manera: primero sacrificaban a sus víctimas y luego las arrojaban por la escalera de la pirámide, para caer muy probablemente sobre el gran monolito de Coyolxauhqui.

Esta última eta una diosa lunar. En la mitología azteca, ella era hoja de la diosa Coatlicue (la tierra) y hermana de los Centzon Huitznáhuac, los cuatrocientos surianos (las estrellas).

Coyolxauhqui aparece en su monolito desmembrada, por haber sido vencida en combate por el dios colibrí Huitzilopochtli.

Al saber que Coatlicue estaba embarazada (lo cual aconteció cuando se puso una bola de plumas que cayó del cielo, en el regazo), ofendidos los Centzon Huitznáhuac y Coyolxauhqui quisieron acabar con su madre. Sin embargo cuando esto estaba a punto de suceder, nació armado y listo para el combate, el dios Huirzilopochtli, numen solar.

Utilizando la serpiente de fuego y su furioso empeño guerrero, el Colibrí del Sur (El Sol) venció a los Centzon Huitznáhuac y Coyolxauhqui, para defender la honra de su madre, la Tierra.

Huitzilopochtli tras fragorosa contienda arrojó a su hermana desde la cima de Coatepec, la montaña sagrada. La diosa lunar rodó por los peñascos y quedó desmembrada al caer. Precisamente así aparece representada, en la magnífica piedra que fuera hallada en 1978 y que actualmente puede contemplarse en el Museo del Templo Mayor, en la Ciudad de México.