El Programa de los 177 Pueblos Mágicos de Mexico, desarrollado por la Secretaría de Turismo en colaboración con diversas instancias gubernamentales y gobiernos estatales y municipales, contribuye a revalorar a un conjunto de poblaciones del país que siempre han estado en el imaginario colectivo de la nación en su conjunto y que representan alternativas frescas y diferentes para los visitantes nacionales y extranjeros. Más que un rescate, es un reconocimiento a quienes habitan esos hermosos lugares de la geografía mexicana y han sabido guardar para todos, la riqueza cultural e histórica que encierran.

La fascinante cultura olmeca

Nota sobre La fascinante cultura olmeca

El nombre que han recibido significa, "los habitantes del país del hule".

Son los olmecas, importante cultura que surgió en el sur de Veracruz y en Tabasco en el periodo entre 1200 a 600 a.C. No obstante, también se han hallado vestigios olmecas en zonas de Guerrero y de Oaxaca. En realidad también las civilizaciones del centro de México recibieron una notoria influencia de los olmecas y por ello está considerada como la cultura madre de Mesoamérica. Otro nombre que recibían los b era los tenocelome, si bien, su verdadero nombre nos es desconocido. Conozcamos más acerca de esta cultura prehispánica, cuyos vestigios arqueológicos causan la admiración de los visitantes nacionales y de los turistas extranjeros que exploran nuestro país.

Es interesante saber que, en uno de los yacimientos prehispánicos de mayor antigüedad en el sur de Veracruz, el sitio de La Venta, se hallaron restos de edificios piramidales con coberturas de lodo, montículos circulares y semicirculares, altares tallados en grandes monolitos, estelas, tumbas y abundantes esculturas, entre ellas, las colosales cabezas olmecas.

De acuerdo a estos descubrimientos, se sabe que las deidades de los olmecas tenían rasgos felinos, en la forma de animales-hombre, hombres-animal, serpientes-jaguar o bien, criaturas similares a dragones con rostro de jaguar.

Por lo tanto, para los olmecas los seres divinos combinaban atributos humanos y de distintos animales: aves, reptiles, jaguares, etc; a través de figuras muy vinculadas al fuego, al agua y la fertilidad agrícola.

Los turistas interesados en conocer más de la cosmovisión maya, en los museos arqueológicos de México, con frecuencia encuentran esculturas olmecas que representan grandes fauces abiertas, en cuyo interior aparecen distintas escenas.

Muchos de estos númenes de los olmecas exhiben cejas flamígeras y con una hendidura en forma de V en su cabeza, cuyo significado aún es un enigma. Los olmecas, en sus obras escultóricas, dieron una gran relevancia a los niños. Es frecuente hallar representaciones de niños o enanos mágicos, los cuales se relacionan con ancestrales dioses de ríos, lagunas y manantiales.

Es muy probable que en el tiempo de los olmecas ya existiera el juego de pelota y así también, en este periodo, surgiera la base del panteón mesoamericano.

Esto se hace patente por el hecho de que en las deidades olmecas se pueden identificar rasgos que de los dioses que aparecerán en culturas posteriores. Justo ese es el caso del dios del maíz, el del fuego, el señor del cielo y la serpiente emplumada.