La tradición del barro tiene una historia muy larga en México.
En casi todas las regiones del país se ha desarrollado la disciplina de la alfarería. En algunas se han descubierto vasijas de más de tres mil años de antigüedad; hoy se siguen produciendo para fines decorativos o utilitarios.Pero entre todas las regiones del país, Oaxaca puede presumir de una alfarería con gran prestigio.
Pero no todo el barro es igual. En San Bartolo Coyotepec, que está apenas a 12 kilómetros de la capital del estado, existe una variedad de barro de color totalmente negro y con una textura tersa que la ha alcanzado renombre a nivel mundial. Sólo camina por las calles del pueblo y los amigables artesanos zapotecas te invitarán a pasar a sus talleres caseros, donde elaboran a mano bellas piezas de este material único, que se recolecta en las afueras del pueblo. Es muy notorio el acabado especialmente liso, cuyo término técnico es “bruñido”. Sin duda será todo un lujo lucirla en casa.Otra famosa artesanía oaxaqueña tiene que ver con seres de la noche.
Las leyendas cuentan que cuando uno tiene malos sueños, es necesario tener un guardián para que se quede despierto durante la noche y los aleje. Pero, ¿cómo sería este vigilante? ¿Quién sería tan temible como para espantar a las más terribles pesadillas? Quizá una fusión de duende verde y dragón de fuego, o una mezcla de puercoespín con alas y cuatro ojos enormes.En fin, que la imaginación de los artesanos de San Martín Tilcajete –apenas a 23 kilómetros de la ciudad de Oaxaca y que vive en gran medida gracias a estos extraños seres- les da para eso y para mucho más.
Ahí es donde puedes encontrar a los alebrijes, estos monstruos fantásticos y multicolores que, pese a su aspecto, en realidad inspiran más ternura que horror. Por supuesto, todos son hechos a mano, así que cada uno es una pieza única e irrepetible y al adquirirlas estarás contribuyendo a la manutención de las familias artesanas.