Las construcciones de las civilizaciones que se desarrollaron en la antigüedad, son de enorme apoyo para conocer los modos de vida y las costumbres de sus respectivas sociedades. Los vestigios arqueológicos que perduran de tales culturas, son valiosos indicios de que allí se desarrollaron culturas distintas a las de nuestro tiempo.
Así como sucede con las pirámides de Egipto, las pirámides de los aztecas y otras grandes culturas de Mesoamérica, tienen sus enigmas, si bien tenían una utilidad más definida. Eso es lo que comentaremos a continuación.
Las pirámides de los aztecas están edificadas de modo escalonado, algo que las diferencia de las pirámides de Egipto y por lo consiguiente, las aproxima más a las de Mesopotamia. En lo alto de las pirámides mexicanas, por lo general, se levantaban templos, dedicados a las diferentes deidades de estos indígenas mesoamericanos. Cabe recordar que los aztecas, como todas las culturas de su espacio y tiempo, eran politeístas, es decir, veneraban a numerosas deidades, cada una de ellas con su función principal.
Algunas de las pirámides más grandes del México antiguo son la de Cholula, la de Toniná, y el Templo Mayor. De esta última quedan escasos vestigios, pero se sabe que medía más de 60 metros de altura y fue edificada para venerar a Huitzilopochtli, dios de la guerra y Tláloc, dios de la lluvia.
Estas pirámides se construyeron colocando bloques de roca esculpidas de manera escalonada. Tales bloques de roca estaban adornados con mascarones, serpientes, calaveras o motivos geométricos de tipo indígena. Para la edificación de las pirámides del México antiguo se usaron poleas y algunas variedades de ruedas primitivas.