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El desconocido centro de México

Muchos identifican México con las pirámides y las playas paradisíacas de la Riviera Maya.

Para otros, es la peligrosa frontera con Estados Unidos, un lugar desértico y lleno de tópicos.

Algunos se quedan con la capital, el DF, una megalópolis con muchos más encantos de lo que se pueda imaginar.

Pero no tantos conocen la franja situada al norte de la Ciudad de México, justo antes de adentrarse en el desierto.

A unas cuatro horas en coche desde Ciudad de México, tres ciudades, desconocidas para muchos, dibujan un triángulo geográfico en el que se escribieron las más importantes páginas de la historia nacional.

La capital del país no estuvo siempre en el Distrito Federal.

En distintos momentos de su historia reciente hubo que trasladarla a ciudades como San Luis de Potosí o Guanajuato.

La toma de Zacatecas fue clave en el triunfo de la Revolución.

El recorrido une tres enclaves históricos que vivieron su época de grandeza bajo el brillo de los preciosos metales que ocultaba su subsuelo. Guanajuato, entre dos alturas

Es una de las ciudades más sorprendentes de México.

Declarada Patrimonio de la Humanidad en 1988, Guanajuato está construida en dos niveles. La calle subterránea, antiguo cauce del río, cuenta con 23 túneles y supera los mil metros de longitud.

Esta arteria, que atraviesa el casco antiguo de la ciudad, fue inaugurada en 1964, y es la vía más aconsejable para recorrerla en coche, pues el centro histórico es, en superficie, peatonal.

Tiene accesos tanto peatonales como vehiculares, y sus paredes se han aprovechado para la construcción de algunas viviendas. La ciudad "donde abundan las ranas" en tarasco (Quanas , ranas; Huato, montañoso) experimentó su máximo esplendor durante la colonia española, gracias al auge minero que tuvo lugar entre los siglos XVI y XVIII.

Después fue clave y símbolo en la lucha por la independencia aquí se acuñó la primera moneda insurgente en 1810, y en 1858 fue capital provisional de la República bajo el gobierno de Benito Juárez.

El Monumento al Pípila homenajea a un héroe de aquella lucha, Juan José Martínez El Pípila, quien prendió fuego a la Alhóndiga, el granero municipal que servía de arsenal a los españoles.

.. con éstos dentro.

La estatua, que incluye un mirador de 360 grados, ofrece una privilegiada panorámica de toda la ciudad.

En la parte más antigua de la ciudad destaca la cantera verde de la Universidad, fundada por los jesuitas en 1732 como hospicio para enseñar a la juventud, y que adquirió el rango universitario en 1945.

Muy cerca se levanta el Teatro Juárez, de estilo mozárabe e inspirado en la Alhambra de Granada, en cuya escalinata se reúne la estudiantina los viernes y sábados por la noche.

Entre curioso y chocante resulta escuchar eso de "Málaga, hermosa Málaga" a nueve mil kilómetros de distancia.

Una cita cultural imprescindible (y de renombre) es el Festival Internacional Cervantino, que se celebra cada mes de octubre desde 1972 y reúne en Guanajuato a destacados representantes de la cultura iberoamericana.

Zacatecas, vestigio de una época plateada Siguiendo hacia el norte se llega a Zacatecas, que en náhuatl significa "lugar donde abunda el zacate (hierba, pasto, forraje)". Aquí ya se empieza a percibir el paisaje y aroma que caracteriza al desértico norte del país, sembrado de rocas, cactus y típicos sombreros charros, imprescindibles para aplacar el inclemente sol.

Poblada por los primeros españoles en 1531, no fue hasta quince años después cuando se descubrió que su subsuelo estaba cubierto de plata.

Convertida en una de las ciudades más importantes de la Nueva España bajo, vestigio de aquella época de esplendor es la Mina El Edén, cuyos 520 metros de profundidad suministraron auténticos ríos de tan preciado metal durante más de tres siglos (hasta 1950).

De aquellos tiempos de condiciones extremas e indígenas esclavizados para su extracción, se ha pasado a un interior especialmente habilitado para el turismo, que incluye una discoteca a la que se accede mediante un tren minero.

Por su situación geográfica la villa funcionó también como centro colonizador y evangelizador del norte del virreinato, y en 1585 recibió el título de "Muy Noble y Leal Ciudad de Nuestra Señora de Zacatecas" de manos del rey de España, Felipe II. Muchos de sus edificios, en los que predomina la cantera rosa propia de la zona, son muestras vivientes de la riqueza artística de aquella época colonial.

Destaca su Catedral, cuya fachada, extremadamente ornamentada, conforma el mejor ejemplo del barroco mexicano.

Varios de los antiguos monasterios franciscanos son ahora museos, como el de las máscaras Rafael Coronel, que ocupa el antiguo convento de San Francisco, el primero del norte de México (siglo XVI), o el de su hermano Pedro Coronel, que alberga pintura contemporánea, litografías, y objetos precolombinos y africanos.

Una versión sintetizada de la historia de Zacatecas se encuentra en el Palacio de Gobierno, ejemplo de la arquitectura civil barroca del periodo colonial.

Concretamente, en el mural que domina la escalera principal.

Y es que Zacatecas fue también clave en la Revolución Mexicana.

El 23 de junio de 1914, Pancho Villa recuperó en un solo día la ciudad ocupada por el ejército huertista.

La gesta se interpreta en el Museo de La Toma de Zacatecas, en lo alto del Cerro de la Bufa, donde también se encuentra la Plaza de la Revolución, dedicada a los generales Francisco Villa, Felipe Ángeles y Pánfilo Natera.

Este cerro está unido al Cerro del Grillo por un teleférico que recorre la ciudad en 7 minutos con inmejorables vistas.

La rosa de México

Rumbo al este, a medio camino entre el bullicio de Ciudad de México y la industrial Monterrey se encuentra San Luis de Potosí, la rosa.

Como las anteriores, esta región estaba poblada por chichimecas, tribus errantes y rudas debido a las condiciones inhóspitas del lugar, tardó en ser ocupada por los españoles.

Los primeros en llegar, frailes franciscanos hacia 1589, fundaron varias misiones, como la de San Luis.

Los yacimientos de plata y oro descubiertos al tiempo atrajeron a innumerables colonos españoles, quienes bautizaron la ciudad con el sobrenombre de Potosí, en alusión a las gloriosas minas bolivianas.

Como Guanajuato, también San Luis fue capital provisional de México (1863-1867), cuando el emperador Maximiliano intentó gobernar el país en manos de los franceses y Benito Juárez se vio obligado a trasladar el Gobierno.

En la actualidad, el casco histórico de la ciudad ha sido restaurado y es un lujo pasear por sus amplias calles peatonales y admirar los edificios de cantera rosa, huella imborrable de la antigua majestuosidad del lugar.

La Plaza de Armas o Jardín Hidalgo comprende el Palacio de Gobierno, situado frente al Palacio Municipal y la Catedral.

Barroca y con interior neoclásico, es la única en el país que tiene 24 apóstoles. En medio de todo ello, un kiosco de música rinde homenaje a ocho músicos mexicanos.

Uno de los puntos emblemáticos de San Luis Potosí es la Plaza del Carmen, escenario de todo tipo de eventos culturales y artísticos, y donde siempre pueden verse músicos y mimos.

El Templo del mismo nombre, de mediados del XVIII, es un ejemplo del barroco estípite y presenta una fachada churrigueresca de factura indígena, con espectaculares retablos.

A unos pasos de allí se encuentra el Teatro de la Paz, uno de los más suntuosos de México, y en frente, el Museo Nacional de la Máscara, que alberga la colección más completa del país.

El recorrido mueren el punto exacto donde se nació la ciudad un 3 de noviembre de 1592: la Plaza de los Fundadores, espacio habitual de conciertos y exposiciones, que además acoge la Universidad.

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