Ocupando la parte de la Sierra Madre Oriental que al norte de Querétaro corresponde, se halla la escarpada Sierra Gorda.
En ella flota la neblina y existen todos los climas.
Basta con ir al fondo de sus cañones para encontrar calor y plantas creciendo en semidesierto; pero arriba, a veces por encima de los 3,000 metros de altura, hay bosques de montaña, hongos que agradecen la humedad del suelo, osos y pumas, y entre hojas divaga la hermosa mariposa alguna vez estudiada por Humboldt.Tanta es la biodiversidad que la sierra sostiene, que fue declarada Reserva de la Biosfera en 1997.
Lo asombroso:La abrupta geografía de la Sierra Gorda sirvió de refugio a los huastecos, pames y jonaces durante el virreinato.
Era 1715, no habían podido ser cristianizados y apenas llegaba hasta ellos fray Junípero Serra buscando lo que otros no habían logrado.
Armados de paciencia, él y los franciscanos se encargarían de hacer posible lo imposible.
El resultado fueron las misiones de Santiago de Jalpan, Nuestra Señora de la Luz de Tancoyol, San Miguel Concá, Santa María del Agua de Landa y San Francisco del Valle de Tilaco.
Rodeadas de montañas, las cinco iglesias barrocas hablan, con querubines y mazorcas de maíz, lo mismo de la imaginación indígena que de la espiritualidad franciscana.
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