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Eterna navidad en Tlalpujahua

Se dice que anualmente las manos tlalpujahuenses fabrican más de 50 millones de estos adornos, lo cual los convierte no sólo en uno de los primeros productores a nivel mundial de esferas, sino en un destino obligado para quienes buscan decorar su árbol de Navidad en forma original, pues incluso se pueden mandar a hacer diseños personalizados.

Pero Tlalpujahua también es conocido por la torre del Santuario del Carmen, única edificación que quedó en pie después del lodazal que enterró gran parte del pueblo en 1937, además de la mina-museo Dos Estrellas, que hoy parece más una locación del cine del Viejo Oeste.

Espíritu navideño En cualquier taller de la ciudad se puede observar la forma en la que se fabrican estos adornos.

Primero, los hombres se sientan concentrados frente a un mechero y ponen a calentar largos tubos de vidrio hasta que el cristal alcanza el rojo vivo. Posteriormente soplan por la base del tubo a fin de generar una burbuja de cristal; ya que obtienen la forma esférica, elíptica u oblicua, lo dejan enfriar.

Las mujeres, entonces, entran en acción: son las encargadas de sumergir en coloridos recipientes de pintura cada una de las esferas (de diversos tamaños); luego, según el diseño, se les agrega un poco de pegamento, se les adhiere brillantina o simplemente las decoran con un pincel con motivos ad hoc o conforme al gusto del cliente.

En cualquier esquina puede encontrarse una multitud de adornos navideños, desde esferas gigantes de más de un metro de altura (decoradas a mano con delicados trazos), hasta pequeñísimas circunferencias coloridas, pasando por esferas que albergan otra más pequeña y, dentro de esta, una diminuta población bañada por la nieve.

La leyenda del pueblo enterrado En el centro del pueblo se encuentra el Santuario de Nuestra Señora del Carmen, con su mezcla de estilos neoclásico, barroco y churrigueresco, entre otros; su eclecticismo se debe a la infinidad de cambios, adaptaciones y restauraciones que la construcción ha sufrido a lo largo de sus más de 250 años de existencia.

De hecho este es, por decirlo de alguna forma, el segundo santuario de la Virgen del Carmen; el primero, que data de 1537, está enterrado a las afueras del pueblo y de él sólo sobrevive la pintura de la Virgen del Carmen y la torre mayor (que hoy está al ras de suelo, mientras que antes se erguía alta en los cielos).

En la base de la torre siempre hay un guía dispuesto a narrar la legendaria historia del pueblo.

Otro de los atractivos de Tlalpujahua es la mina-museo Dos Estrellas, la cual a principios del siglo XX se preciaba de tener los últimos adelantos tecnológicos de le época, como luz eléctrica, telégrafo y teléfono.

Se dice que de 1908 a 1913, el yacimiento de oro y plata era de los más productivos a nivel mundial. Aún hoy día la mina está muy bien conservada, al grado que parece que fue apenas ayer cuando dejó de funcionar. Todas las paredes de madera de las oficinas están bien pintadas, y en su interior las oficinas se han dispuesto como si la actividad minera continuara hasta la fecha.

Esta mina-museo, aparte de mostrar la tecnología minera es también una galería artística, pues su creador plástico y director, Gustavo Bernal Navarro, ha pintado enormes murales en algunas de las paredes abandonadas como homenaje a todos los trabajadores que murieron en el año de 1937, cuando un tercio de la población de Tlalpujahua quedó sepultado al reventarse la presa que almacenaba los desperdicios de la explotación minera.

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