La capacidad de movernos es una de las armas más poderosas que el ser humano posee.
Viajar significa aprender.
Viajar significa conocer. Viajar significa cambiar. Viajar significa madurar. Viajar significa aportar a uno mismo lo más valioso que existe en este mundo: experiencias, momentos y recuerdos. Recuerdos que no tienen por qué estar reflejados en una foto de medidas establecidas, sino que permanecen en un lugar mucho más profundo, más bonito y menos material que en un papel.Momentos que por mucho que pasen los meses no se borran, es más, a veces cobran una viveza que nos hace pensar si el tiempo transcurre de verdad o no.
Experiencias que nos completan, que nos hacen ser de una u otra manera y que nos enseñan a actuar.Es cuando viajas cuando aprendes sin necesidad de estudiar la teoría.
Esa teoría es inútil en la mayoría de las ocasiones. Y si no, pensemos en un médico. De qué sirve que se sepan de pe a pa cómo operar si nunca han tocado, sentido, experimentado. Esta teoría se puede aplicar a cualquier aspecto de la vida. Y viajar, salir de tu “hábitat”, de tu zona de confort, moverte, se convierte en una de las armas más poderosas que el ser humano posee.A veces necesitaremos encontrar un compañero del camino.
Otras veces con nuestra única compañía será suficiente. Poco importa cuál sea el destino o la motivación. Viajemos. Viajemos todo lo que podamos mientras podamos. Explotemos esa posibilidad de enriquecernos, siempre teniendo presente que lo inmaterial, que las experiencias, los momentos y los recuerdos que conseguimos viajando, es lo más valioso que el ser humano puede llegar a tener.