El mundo del juego ha significado mucho más que una industria económica en la gran mayoría de países. Se ha convertido con el paso de los años en una actividad social y de relación personal. Hace aproximadamente un siglo que los salones de juego se instauraron en México, pero su práctica poco o nada tiene que ver con la que se realiza ahora. Su crecimiento ha sido inédito en muchos otros sectores y la llegada de internet ha provocado que aquellos que quieran pasar un buen momento apuesten por internet y los dispositivos inteligentes, abandonando lo físico.
Desde hace ya algunos años, prácticamente todas las actividades que respondían a este sector se han digitalizado. Uno de los ejemplos lo encontramos en los portales de póker online, muy completos. Y es que, más allá de partidas y campeonatos sobre el tapete verde junto a otros usuarios, permiten a los jugadores informarse en todo momento de detalles del juego sobre las combinaciones que presentan más valor o cómo se diferencian unas modalidades de otras. Con un solo clic y sin desplazamientos, todo es posible con conexión a la red.
Los primeros salones de juego o casinos del país tuvieron su origen a principios del siglo XX, con las regulaciones del juego y con el objetivo de atraer turistas a diferentes zonas del país. Así aparecieron los primeros locales especializados que, como veremos a continuación, presentan una historia diferente cada uno de ellos: reinventarse o abandonar. A pesar de eso, son lugares emblemáticos por su actividad social que muchos guardan con gran cariño en su memoria. Ahora, mencionaremos aquellos más destacados y qué fue de ellos con el paso del tiempo.
Uno de los primeros fue el The Foreign Club, en Tijuana, con pocos años de vida a sus espaldas. Nació en 1917 y abandonó su actividad en 1936. Durante su tiempo de vida fue un sitio muy importante en la región, pues, más allá del juego, permitía a sus asistentes realizar cenas y bailes a lo largo de la noche. Además, se celebraban todo tipo de actuaciones, sobre todo musicales, para entretener al gran público. Su final fue tan trágico como imborrable en la memoria de muchos: ardió en un incendio arrasando con todo lo que fue.
También desaparecido está el Casino de la Selva, en la ciudad de Cuernavaca. Nació a principios de la década de los 30 y su trayectoria fue más longeva en el tiempo que su predecesor. En sus inicios era un salón de juegos con sus actividades principales, pero poco a poco fue ampliando sus servicios. Después de una remodelación en 1956, se fue transformando en un hotel, con un gran número de habitaciones, salas de fiesta y un boliche. Su final no estuvo a la altura de su historia, demolido en 2001, por la instalación de un centro comercial.
Distinta suerte han tenido otros espacios históricos como el Casino Agua Caliente de la ciudad más grande de región de Baja California: Tijuana. Nacido en 1927 como todo un referente cultural, se convirtió en uno de los destinos favoritos para los artistas de Hollywood como los Hermanos Marx o Charles Chaplin. Durante algunos años fue un centro escolar para niñas hasta que las clases se movieron de lugar. En la actualidad, su marca continúa vigente en la región con salones especializados en el mundo del espectáculo, la relajación de los huéspedes, el entretenimiento de todo tipo y la restauración.
Pero si hay un ejemplo de supervivencia al paso del tiempo y a las coyunturas históricas, es el del Riviera del Pacífico, en Ensenada. Nació en 1930 como uno de los complejos hoteleros más lujosos de toda América, donde destacaba su actividad de juego y la relajación de sus clientes. En la actualidad, se ha convertido en un emblema de la ciudad a nivel cultural, manteniendo el hotel y siendo a la vez centro de convenciones, museo y restaurante en un mismo edificio. Por si fuera poco, destaca por la calidad de sus instalaciones y por los bien cuidados y extensos jardines de los que dispone.