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La Semana Santa  en la ciudad guanajuatense de San Miguel de Allende se lleva a cabo con varias conmemoraciones religiosas que tienen lugar desde el Viernes de Dolores, el Domingo de Ramos, Jueves Santo, Viernes Santo, Sábado de Gloria y la culminación de estos festejos con el Domingo de Resurrección. El Viernes Santo se lleva a cabo una visita grupal a los distintos altares localizados en los hogares de los lugareños, quienes dejan abiertas las puertas de sus casas para que los turistas y visitantes observen las tradiciones religiosas que imperan en esta hermosa región del estado de Guanajuato. Para el Domingo de Ramos, en las Iglesias de San Miguel se realiza la tradicional bendición de las palmas, a lo largo de todas las misas que se efectúan durante el día. En algunas, inclusive se personifica la llegada de Jesús al lugar.

El Jueves Santo tiene lugar la visita de las siete casas, mismas que son simbolizadas por los altares que se colocan en las distintas capillas e iglesias de San Miguel.

Ciertamente se trata de eventos que generan una gran convocatoria, incluyendo mucho público extranjero, gustosos por participar en rituales de tanta tradición en la ciudad de San Miguel de Allende y en general con respecto a todo el país. Por lo que se refiere al Viernes Santo, se realizan dos eventos más, en dos templos distintos y a diferente horario. Uno de ellos es el Santo Encuentro en la Iglesia de San Miguel Arcángel y el otro es el Santo Entierro, en el oratorio de San Felipe Neri.

El Santo Encuentro nos ofrece una representación del encuentro de la Virgen María con Jesús, su hijo, en la ruta hacia el Monte Calvario, así como también con sus discípulos más cercanos.

Ciertos pasajes de esta celebración son de verdad conmovedores, especialmente por las bellas y expresivas representaciones sacras que se utilizan.  En lo tocante al Santo Entierro, es un festejo majestuoso y solemne que dura dos horas y media y en el cual participan muchos de los habitantes de esta ciudad guanajuatense. Estas personas forman parte de una procesión colosal llevando grandes linternas y pesadas figuras de santos. Se trata de una tradición que se ha venido efectuando desde hace más de sesenta y cinco años. Todo lo anterior se acompaña de música litúrgica, compuesta específicamente por connotados personajes del clero del lugar.
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