{Arena tersa, un cuerpo de agua de alucinantes tonalidades y zonas con fósiles que tienen millones de años es parte de lo que nos ofrece el Pueblo Mágico de Bacalar, uno de los sitios imperdibles en el Caribe Mexicano.

Conocer el entorno de Bacalar es acercarse a un espacio silvestre de gran pureza y con fascinantes antecedentes históricos.} Por supuesto, el entorno de este pintoresco poblado de Quintana Roo está definido por la admirable estampa de la Laguna de los Siete Colores, hay muchos otros atractivos para disfrutar en las cercanías de este formidable pueblo mágico. En lo que sigue comentaremos que es lo más recomendable de Bacalar para las vacaciones.

La Laguna de Bacalar tiene cerca de 60 kilómetros de longitud, siendo un cuerpo de agua de tipo interior con aguas de escasa profundidad.

Es la laguna más larga de México, solo después de la de Chapala en territorio jalisciense. Esta maravilla natural forma parte de un complejo lagunar de 55 km de largo que se encuentra vinculado con la Bahía de Chetumal gracias al estero de Chaac y el Río Hondo.

Para muchos visitantes, la Laguna de los Siete Colores tiene la apariencia de ser una enorme piscina natural.

Y los alrededores de este cuerpo de agua se hallarán campamentos turísticos muy interesantes. Una de las mejores excursiones que se pueden llevar a cabo en la zona es la visita a la zona con estromatolitos, elementos pétreos que tienen aproximadamente 3500 millones de años de antigüedad. Se presentan como grandes montículos integrados por lámina de roca que tienen una gran importancia para comprender el origen de la vida en la tierra.

Los turistas quedan admirados al conocer esas grandes piedras porosas de donde los científicos aseguran aconteció el primer desprendimiento de oxígeno, mismo que impulsó a los organismos más primitivos del planeta.

Otra posibilidad de creativa que nos brinda el Pueblo Mágico de Bacalar son los paseos en lancha a través de los canales de la zona.

Se trata de vías marinas colmadas de manglares y que en otro tiempo fueron utilizadas por los piratas y bucaneros europeos para ocultarse tras haber cometido sus correrías en las costas caribeñas.