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Ruta Mérida imprescindible, Yucatán

Esta opción nos permite conocer algunos de los edificios dedicados a espectáculos en una gran capital del Imperio Romano, así como acercarnos de forma superficial a la vida cotidiana de los primeros emeritenses y a sus formas de manifestarse ante el hecho de la muerte.

La visita al Museo nos aportará las claves de una civilización que forma parte consustancial de nuestra cultura.

El TEATRO ROMANO (1) se construye bajo el patrocinio de Agripa, yerno de Augusto, a caballo entre los años 16 y 15 a.

C., cuando la Colonia fue promovida como capital provincial de la Lusitania. Al igual que el edificio contiguo del Anfiteatro, el Teatro se edificó parcialmente en la ladera de un cerro, lo que abarató sustancialmente los costes de su fábrica. El resto se erigió en obra de hormigón forrada de sillares. Aunque los romanos no eran muy aficionados al teatro, una ciudad de prestigio no podía dejar de contar con un edificio para los juegos escénicos. El de Augusta Emerita fue especialmente generoso en su cabida: unos seis mil espectadores.

Éstos se distribuían de abajo a arriba según su rango social en tres sectores de gradas, caveas summa, media e ima, separados por pasillos y barreras.

A todas las gradas se accedía con facilidad desde escalerillas distribuidas de manera radial por las caveas. A través de pasillos se llegaba a las puertas de acceso o vomitorios. El espacio semicircular donde se ubicaba el coro, la orchestra, luce un suelo mármol fruto de una reforma tardía. Tras la orchestra se eleva el muro del proscenio, de exedras circulares y rectangulares. Sobre él se desplegaba la escena. Originalmente era un entarimado de madera bajo el que se distribuían todos los artilugios de la tramoya.

La escena se cierra con un muro de treinta metros de altura, el frons scaenae, estructurado en dos cuerpos de columnas entre la cuales podemos ver estatuas de emperadores divinizados y de dioses del mundo subterráneo.

Todo se eleva sobre un podio decorado con ricos mármoles. En el frente escénico se encuentran tres vanos por los que accedían los actores al escenario. El central, la valva regia, remata en dintel sobre el que se asienta la estatua sedente de la diosa Ceres (o Livia, la mujer de Augusto, deificada). Desde la coronación del frente escénico pendería una marquesina de madera para mejorar la acústica del recinto, ya de por sí excelente.

Tras el muro del frente escénico se desarrolla un amplio jardín porticado cerrado por muros con hornacinas que fueron decoradas con estatuas de miembros de la familia imperial.

En el eje de este pórtico, en línea con la valva regia y el espacio sagrado de la ima cavea, se halla la aula sacra, un pequeño espacio sagrado con una mesa de altar donde se honraba a la figura del divino Augusto.

En el extremo oeste del pórtico del Teatro podemos ver la CASA DEL TEATRO (2), vivienda cuyo excavador, José Ramón Mélida, creyó que las estancias dotadas de ábsides con ventanas en sus cabeceras, formaban parte de una iglesia donde se reunía una de las primeras comunidades cristianas, de ahí que la denominase “Casa-Basílica”.

La entrada de la casa se encuentra al oeste y da a una calzada realizada con lastras de diorita, que discurre de este a oeste. Las fauces de la vivienda dan a una serie de estancias que se articulan en torno a un patio que estuvo porticado y en cuyo centro se aprecia aún los restos de un estanque. Algunas estancias conservan restos de mosaicos decorados con temas geométricos y de lazadas vegetales. Salvo el suelo de la zona del ábside, que posiblemente estuvo enlosado con mármol, el resto de la estancia estuvo decorada con un mosaico en el que destaca la presencia de una crátera inscrita en un cuadrado.

El ANFITEATRO (3) fué erigido en el 8 a.

C. como atestiguan las inscripciones halladas en sus tribunas y sirvió de escenario para espectáculos muy populares: los juegos de gladiadores, las cacerías de fieras y la lucha entre animales salvajes en escenarios artifíciales que recreaban bosques, selvas con lagunas o desiertos, todo ello sobre las grandes tarimas de madera que formaban la arena. La cabida aproximada de este coso gigantesco era de entre quince y dieciséis mil espectadores.

Contiguo al Teatro, está separado de él por una calzada que circunda ambos edificios.

Con más pobreza de medios, este edificio se alzó de manera similar a la del Teatro y, como aquel, es fruto de diversas fases. Para abaratar costes, parte del graderío se asentaba sobre cajas de fábrica rellenas de tierra fuertemente apisonada. Los paramentos eran de piedra del lugar bien desbastada. En ocasiones las tongadas de los paramentos se igualaban con verdugadas de ladrillo. En los arcos de los vanos de acceso, se utilizaban sillares presentando el característico almohadillado de época augustea. La distribución del graderío era similar a la del Teatro, aunque hoy solo se conserva bien la cavea ima y algunos sectores de la cavea media. Flanqueando las puertas de los ejes mayores, hay una serie de estancias que, o bien se usaron a modo de jaula para las fieras como de estancias donde se preparaban los gladiadores. En la arena se aprecia la presencia de un gran foso. En él se asentaban los pilares de madera que sostenían las tarimas y, bajo las cuales, se ocultaban todos los ingenios necesarios para el desarrollo de unos espectáculos tan complejos.

Fuera del recinto anterior, que engloba Teatro y Anfiteatro,y a unos pocos metros, se encuentra la CASA DEL ANFITEATRO (4), zona arqueológica que se encuentraba fuera de las murallas de Augusta Emerita, en una zona donde cohabitaron viviendas con espacios funerarios e industriales.

Engloba dos casas: la Casa de la Torre del Agua, del siglo I a.C., y la Casa del Anfiteatro, que tuvo una vida algo más longeva, desde finales de siglo III a.C. hasta inicios del V d.C.

De la Casa de la Torre del Agua poco es lo que se conserva, ya que quedó arruinada por el paso de un arroyo.

Este arroyo era salvado por la conducción hidráulica de San Lázaro por un arco, cuya clave de granito está decorada con una cabeza de león. La Casa del Anfiteatro es un complejo doméstico de gran extensión. Parte de él se articula en torno a un patio porticado de planta trapezoidal, ajardinado en su parte central, donde también existe un pozo y una fuente. Una de las habitaciones que da a este patio, posiblemente un comedor o triclinio, tiene un suelo de mosaico en cuyo emblema central se representan con realismo escenas de vendimia y de la pisa de la uva, así como a Venus acompañada de un Amorcillo. En el lado nororiental de esta zona de la casa se ubica la cocina y un conjunto termal.

Para terminar hay que visitar el MUSEO NACIONAL DE ARTE ROMANO (5), obra del prestigioso arquitecto riojano Rafael Moneo Vallés con sus colosales dimensiones, con el uso reiterado del arco de medio punto y con el empleo de ladrillo y hormigón, recrea los grandes edificios de la tardorromanidad, como las termas de Diocleciano de Roma o el mausoleo de Gordiano en Tesalónica.

En su interior podremos admirar una de las mejores colecciones de escultura romana y de mosaicos de la península. A través de la visita a sus salas comprenderemos cómo funcionaba una gran ciudad romana y cómo desde ésta se administraba una vasta provincia, la más occidental del Imperio Romano. También visitar este Museo nos permite acercarnos a los más variados aspectos de la vida diaria de los primeros emeritenses. Su cripta alberga, entre otros vestigios, restos de viviendas extramuros decoradas con interesantes pinturas así como algunos enterramientos.
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