Artesanía: el mutusay como símbolo de identidad
Uno de los aspectos más fascinantes de Tapijulapa es su rica tradición artesanal. Al adentrarte en un taller de mutusay, un tipo de mimbre que se recoge en el monte, te sorprenderás con la habilidad y creatividad de los artesanos locales. Este material se utiliza para fabricar una amplia variedad de objetos, desde pequeñas sonajas para bebés hasta muebles completos. Ver el proceso de transformación del mutusay en piezas útiles y artísticas es una muestra del ingenio y la dedicación que los habitantes de Tapijulapa han heredado de sus ancestros.
Gastronomía: sabores únicos de la sierra
Tapijulapa también destaca por su oferta culinaria, que refleja la riqueza de los ingredientes locales y las técnicas tradicionales de la región. En el restaurante "El Sabor de la Sierra", puedes degustar el famoso mone, un guisado típico que combina pescado o cerdo con plátano verde, cebolla, tomate, chile y cilantro, todo envuelto en hoja santa. Este platillo, lleno de sabores frescos y complejos, es un reflejo de la biodiversidad que rodea al pueblo. Además del mone, los tamales regionales como los pushianes y los de chipilín, que acompañan perfectamente la comida, son un verdadero manjar que no puedes dejar de probar.
Otro platillo típico que debes probar es el shote, hecho a base de plátano verde y caracoles del río. Y si buscas una experiencia gastronómica que combine tradición y originalidad, el totoposte o pishul es la respuesta: una gran tortilla semicrujiente cubierta con cochinita, frijoles, jitomate, queso fresco y lechuga, que recuerda a una pizza pero con un sabor decididamente mexicano.
Naturaleza y aventura: explorando cascadas y cuevas
Tapijulapa es también el punto de partida para una serie de emocionantes aventuras en la naturaleza. A solo unos kilómetros del pueblo se encuentran las cascadas de Villa Luz, un paraíso natural que te dejará sin aliento. Estas cascadas, alimentadas por aguas sulfurosas que brotan de la Cueva de las Sardinas, forman pozas de agua cristalina perfectas para refrescarse en los días cálidos. El color especial de las aguas y la sensación de frescura te conectan de inmediato con la naturaleza.
Tras disfrutar de un chapuzón en las cascadas, la verdadera adrenalina comienza con actividades como la tirolesa. Los guías de Jaguar Extremo te acompañan en esta experiencia que te lleva a deslizarte sobre el río, a varios metros del suelo, disfrutando de las vistas espectaculares del paisaje selvático.
Otra experiencia inolvidable es la visita a la Cueva de las Sardinas. Este lugar, con su entrada oscura y misteriosa, esconde un mundo fascinante en su interior. Al descender con una lámpara de minero, descubrirás un ambiente casi surrealista: aguas azuladas, paredes de piedra iluminadas por la luz natural que se filtra por los respiraderos, y una fauna que incluye murciélagos e insectos adaptados a estas condiciones extremas. La cueva no solo es un patrimonio natural por sus características geológicas, sino que también ofrece una experiencia sensorial única que te hace sentir como si estuvieras explorando las entrañas de la tierra.
Kolem Jaa’: ecoturismo en su máxima expresión
Para los amantes del ecoturismo, el parque Kolem Jaa’ es un destino obligado. Este parque eco turístico, cuyo nombre significa "La Grandeza del Agua" en lengua chol, ofrece una variedad de actividades que van desde el senderismo hasta el descenso en rapel por cascadas. La pista comando es una divertida manera de poner a prueba tus habilidades físicas, mientras que el laberinto de mariposas, formado por plantas que atraen a estos coloridos insectos, te ofrece un momento de calma y belleza.
Uno de los puntos más destacados de Kolem Jaa’ es la oportunidad de hacer rapel en las cascadas. Deslizarte lentamente mientras el agua salpica todo a tu alrededor y sentir la fuerza de la naturaleza en cada caída es una experiencia que combina aventura y contacto con el entorno natural de manera única.
Oxolotán: un viaje al pasado
A pocos kilómetros de Tapijulapa se encuentra el pueblo de Oxolotán, donde se alza el ex convento de Santo Domingo de Guzmán, una joya arquitectónica del siglo XVI. Este convento, construido en 1578 para evangelizar a los indígenas zoques, alberga el Museo de la Sierra, que contiene una interesante colección de piezas religiosas coloniales. Este lugar te transporta en el tiempo y te permite imaginar la vida en la época de la colonia, mientras disfrutas del impresionante paisaje que lo rodea.