El cielo estrellado que cubre la Reserva de la Biósfera El Cielo es motivo suficiente para enamorarse del Pueblo Mágico de Tula, en el estado de Tamaulipas.
A esta belleza natural se suma su riqueza arquitectónica, artesanal y gastronómica, que lo convierten en uno de los destinos turísticos más atractivos del noreste de México.
La exuberancia de los bosques que circundan al pueblo de Tula, que ha sido inspiración para músicos, pintores y escritores, hizo posible que a partir del siglo XVIII se desarrollaran en su territorio varias industrias que le confirieron grandes riquezas, sublimadas en las más de 400 edificaciones coloniales y porfirianas que se mantienen en pie hasta la actualidad, llenas de belleza y significado.
Muestra de este desarrollo industrial son las ex haciendas que aún pueden visitarse, como Los Charcos, la Verdolaga y la de Cerro Gordo, que se dedicaban a la extracción de ixtle de las plantas de lechuguilla, la producción de cal, de piloncillo, de dulces, de fideos, de velas, a la tallandería de fibras, al tejido de rebozos y textiles diversos, y al destilado de aguardiente, entre varias otras actividades.
Los productos de ixtle de Tula llegaron a tener renombre internacional, pues se exportaban a varios países europeos, sobre todo a Francia.
Muy cerca de Tula se encuentra la zona arqueológica de Tammapul, donde existen vestigios de una cultura que habitó la región entre los años 600 y 900 d. C., de la cual aún no se obtienen suficientes datos, pero que no tiene precedentes en Mesoamérica.
Con su enigmática pirámide conocida como "El Gran Cue" o "El Cuitzillo", suma un enigmático atractivo al sorprendente y cautivador Pueblo Mágico.
Tula fue nombrada ciudad en 1835, y hasta la fecha hace honor a este nombramiento con una infraestructura que cuenta con hoteles, restaurantes y numerosos sitios de interés, que pueden ser conocidos en su turibús.
El paseo comienza en la enorme Parroquia de San Antonio de Padua, frente a la plaza principal, considerada la segunda más grande del estado.
Cimentada durante el siglo XVIII y terminada en 1889 con la instalación de un elegante reloj inglés en su torre, consta de una nave rematada por una cúpula, un campanario y una fachada de piedra con dos contrafuertes rectangulares.
El santo al que se encuentra dedicada fue un fraile docto en el evangelio, patrón de mujeres estériles, pobres, viajeros, albañiles, panaderos y papeleros. Se le invoca por los objetos perdidos y es muy popular para pedir un buen esposo.
Otro de los monumentos religiosos toltecos es el Templo del Rosario, mandado a construir durante el Porfiriato por las hermanas del Rosario y una muestra de gran suntuosidad con su cúpula dorada, sus acabados de filigrana y sus pisos de madera pulida; en su interior alberga el Cristo más antiguo de Tamaulipas, que data de 1411.
Al visitar la Capilla de la Loma del Panteón Viejo se participa en un episodio de la historia nacional, pues sirvió como punto estratégico durante los enfrentamientos revolucionarios; en su atrio se sepultaron a los caídos.
Más allá de su atractivo colonial, el Pueblo Mágico de Tula se encuentra rodeado de asombrosas bellezas naturales, comenzando por la Reserva de la Biósfera El Cielo, la primera zona natural en México en ser decretada de ese modo.
Comprende casi 145,000 hectáreas y en su interior alberga cuatro tipos de ecosistema: bosque tropical, mesófilo de montaña, encinos y coníferas.
En varios puntos de la reserva, como en Alta Cima o en sus lagunas, se pueden practicar actividades como kayakismo, rappel, senderismo y ciclismo de montaña.
Otros lugares donde también se puede disfrutar del ecoturismo son las lagunas de San Isidro y La Escondida, formada por manantiales subterráneos y rodeada por enormes cedros y encinos, un hermoso lugar para pasar un día de campo.
Para los amantes de la naturaleza, en Tula se pueden visitar grutas llenas de estalactitas y estalagmitas, como Los Gallitos, rodeado de hermosos paísajes, la Cueva de las Ánimas y El Contadero, donde los antiguos arrieros tallaron una virgen de Guadalupe que anualmente es visitada por cientos de peregrinos.
En los ejidos Gallos Grandes y Juan Sarabia, se localizan las cascadas Las Cuatas y la Pasadita, en donde se puede nadar y acampar; cerca se encuentra el salto de agua La Parida, en donde los visitantes pueden echarse un refrescante chapuzón.
Paradójicamente, existe en medio de Tula el Corredor Turístico Arroyo Loco, donde antes corría el agua pero que tras secarse se convirtió en un bello callejón peatonal de un kilómetro de largo donde hay tiendas de artesanías, cafeterías, teatro al aire libre, jardín botánico, bares y restaurantes para pasar un rato muy agradable.
Los mejores días para disfrutar esta y otras calles del pueblo son la Fiesta de San Antonio, los 13 de junio, y en el aniversario del nombramiento de la ciudad, en octubre.
Estas fiestas están llenas de música, danza, colores y comida, y suelen incluir cabalgatas, carreras y largas procesiones.
Tula cuenta con una riquísima cultura gastronómica, con platos representativos de la región como las enchiladas tultecas, que se elaboran con tortillas rojas, papa, queso, chorizo, lechuga, col, cebolla, chícharos, jitomate y chile piquín, acompañadas con una pieza de pollo.
Otras recetas locales son el pipián de semilla de calabaza, las "chochas", que son flores comestibles, las gorditas de horno, arepitas, tamales y cabrito amarillo.
Una parte muy importante de la cocina tradicional tulteca son las preparaciones que aprovechan los frutos del desierto, sobre todo las nieves y helados exóticos preparados con nopal, mezquite, bugambilia, garambullo, biznaga, cardón, chirimoya, dátil, mora, zapote y tepolilla, que han sido reconocidos como una delicia en diversos certámenes, ferias y eventos a nivel local e internacional, y que pueden encontrarse en sitios como la nevería Cáctus Nieves, sobre la Plaza de Armas.
Resulta imprescindible en una visita a este poblado comprarse una cuera tamaulipeca, el traje típico que representa al estado y que se elabora con piel de becerro o gamuza de venado, con grabados en piel de color blanco y flores y adornos como flecos largos en mangas, espalda, frente y orilla de la prenda.
En Tula también se trabaja extensamente la talabartería, sobre todo para la elaboración de bellas sillas de montar con grabados hechos a mano.
También se pueden adquirir artículos como tapetes y cestos de ixtle, palma o lechuguilla. Todo esto y más puede encontrarse en el Mercado Artesanal, cerca de la Plaza de Armas.
Para llegar al Pueblo Mágico de Tula, se puede llegar en avión a través de AeroMéxico y Aeromar, que llegan a Ciudad Victoria, desde donde sale la línea de autobuses Transpaís. En automóvil, es necesario conducir por 140 kilómetros a través de la Carretera Federal 101.