Un viaje a alguna montaña o monte turístico, ya sea solo para disfrutar del paisaje o para aventurarse en una agotadora caminata que valga la pena, puede traer riesgos si uno no está bien preparado o si no conoce algunas recomendaciones básicas.
Come un buen desayuno: El trayecto será agotador, no solo por la distancia o la pendiente, sino porque la altura también influye. Sin embargo, solo el desayuno debe contener bastante líquido, glúcidos y proteínas, las cuales te brindarán la energía que necesitas. El resto del día no se te ocurra comer lo mismo, sino solo ligero, como dulces, chocolate, cereales (eso sí, mucha agua para hidratarse). Si comes demasiado a lo largo de tu travesía terminarás con un mal de estómago o vomitando, por lo que tendrás que volver al campamento o base.
Evita riesgos innecesarios: No te bañes en ríos caudalosos, no te asomes por los barrancos, no te confíes en la profundidad de los lagos de montañas (puede ser interminable), utiliza repelentes para mosquitos y ten mucho cuidado con el terreno irregular de la montaña… una piedra puede hacerte tropezar y causar una tragedia.
Calcula las horas: Debes saber cuánto te demorarás hasta llegar a la meta, no querrás que la noche te sorprenda en medio del camino. Sobre todo en aquellas montañas de libre acceso en donde no necesitas guía y corres por tu propia suerte.
No subas solo: La ayuda de tus compañeros será fundamental porque siempre suelen ocurrir algunos accidentes como torceduras, fracturas o algo por el estilo. No viajes en solitario ni con un solo compañero, que sea mejor en grupo de 3-4 personas o más.
El sol es más peligroso: Cada 300 metros de altura, aumenta un 4% el poder de los rayos UV. Si te estás quemando no creas que es lo mismo que un día de playa soleada, puede ser mucho más dañino para tu piel así que lleva el equipamiento necesario para protegerte de los rayos solares.