Querétaro también se disfruta desde sus espacios culturales, sus museos, sus calles con vida propia y sus pequeños placeres cotidianos. Más allá de los monumentos icónicos, la ciudad revela una faceta íntima y refinada, donde el arte contemporáneo dialoga con la historia colonial, los patios escondidos invitan al silencio y los sabores tradicionales endulzan el día.
Este recorrido propone una mirada distinta de la ciudad, enfocada en arte, arquitectura, gastronomía y experiencias tranquilas, complementando perfectamente cualquier visita y permitiendo conectar con el alma cotidiana de los queretanos.
Elegancia colonial bien conservada
La Casa de la Marquesa es un edificio emblemático que refleja la opulencia y elegancia de la época virreinal. Construida en el siglo XVIII por el Marqués de la Villa del Villar del Águila —el mismo que financió el Acueducto—, esta mansión destaca por sus fachadas de cantera rosa con detalles mudéjares, balcones de hierro forjado y un interior que conserva salones decorados con azulejos talaveranos y muebles de época. Hoy funciona como hotel boutique y restaurante, permitiendo imaginar la vida aristocrática de otros tiempos mientras se disfruta de su atmósfera serena y cuidada conservación.
Espacios dedicados al arte
La Galería Libertad es un punto clave para los amantes de las artes visuales. Ubicada en un edificio histórico del centro, este espacio municipal promueve el talento local y nacional mediante exposiciones temporales de pintura, escultura, fotografía y arte digital. Su ambiente combina la sobriedad colonial con la creatividad contemporánea, y frecuentemente organiza talleres, conferencias y eventos que enriquecen la escena cultural queretana.
Un convento convertido en museo
El Museo de Arte de Querétaro, instalado en el antiguo convento de San Agustín del siglo XVII, es una joya arquitectónica y cultural. Su imponente claustro barroco alberga una colección que abarca desde piezas virreinales y barroco novohispano hasta obras modernas y contemporáneas de artistas como Manuel Felguérez o Joy Laville. El patio central, con su fuente y arquerías, invita a recorrer las salas con calma, apreciando tanto el arte como la majestuosidad del edificio que lo resguarda.
Misterios entre muros antiguos
La Casa de la Zacatecana, hoy Museo de la Leyenda y la Restauración, es conocida tanto por su colección de muebles y objetos antiguos como por la trágica historia que la envuelve. Se cuenta que en el siglo XIX, una mujer celosa asesinó a su esposo y a sus supuestas amantes en esta mansión; los recorridos guiados narran estos relatos entre habitaciones perfectamente conservadas, despertando la imaginación y un escalofrío entre realidad y leyenda.
Dulces con tradición
Los dulces típicos queretanos son parte esencial de la identidad gastronómica local. Jamoncillos de leche, natillas cremosas, charamuscas retorcidas, dulces de pepita y conservas de frutas del semidesierto como xoconostle o guayaba reflejan la fusión de ingredientes indígenas y técnicas conventuales. Probarlos en alguna dulcería tradicional del centro es una pausa dulce obligatoria durante cualquier recorrido.
El placer de un buen café
Tomar café en una terraza del Jardín Zenea o la Plaza de Armas es una experiencia simple pero memorable. Desde ahí se observa el ir y venir de la gente, se escuchan músicos callejeros, se siente el aroma de los cafés de olla o espressos preparados con granos locales, y se disfruta del ritmo pausado que caracteriza a Querétaro: una ciudad dinámica, pero nunca apresurada.
Una calle llena de movimiento
La calle 5 de Mayo destaca por su actividad constante y su oferta ecléctica. Tiendas de artesanías, galerías independientes, cafeterías modernas, boutiques de diseño mexicano y pequeños comercios familiares convierten esta vía peatonal en un espacio ideal para descubrir productos locales, desde textiles otomíes hasta joyería contemporánea, todo enmarcado por fachadas coloniales restauradas.
Homenaje a personajes ilustres
El Panteón de los Queretanos Ilustres, anexo al Mausoleo de la Corregidora, es un lugar de respeto y memoria. Aquí descansan figuras clave como Josefa Ortiz de Domínguez —la heroína de la Independencia—, escritores, gobernadores y benefactores que marcaron la historia local y nacional. Sus mausoleos neoclásicos y las inscripciones ofrecen un momento de reflexión serena sobre el legado queretano.
Presencia histórica en bronce
La estatua ecuestre de Santiago Apóstol, ubicada en el Jardín Corregidora, es una pieza urbana que evoca la fundación mítica de la ciudad en 1531. Representa la batalla legendaria entre indígenas y conquistadores donde, según la tradición, apareció una cruz en el cielo y Santiago cabalgando. Es un punto simbólico que conecta historia, tradición católica y arte público.
Patios que cuentan historias
La Casa de los Cinco Patios es un ejemplo fascinante de la arquitectura colonial queretana típica del siglo XVIII. Sus cinco patios comunicados por corredores y escalinatas muestran cómo estos espacios abiertos eran el corazón de la vida social y comercial. Hoy alberga talleres de artesanos, tiendas y galerías, permitiendo apreciar la funcionalidad y belleza de la distribución tradicional.
Arquitectura con carácter
La Casa de Ecala, en la calle de Allende, es otro edificio notable del centro histórico. Construida en el siglo XVIII, destaca por su portada plateresca, balcones volados y un interior que conserva elementos originales. Su presencia imponente y detalles arquitectónicos la convierten en una parada interesante para quienes disfrutan observar fachadas, portones y estructuras que narran siglos de historia.
Un recorrido por la historia regional
El Museo Regional de Querétaro, ubicado en el antiguo convento de San Francisco, ofrece una visión amplia y didáctica del desarrollo histórico del estado. Sus salas recorren desde épocas prehispánicas —con piezas chichimecas y otomíes— hasta la Independencia, la Reforma y la Revolución, incluyendo la sala dedicada a la Constitución de 1917, promulgada aquí. Es un complemento perfecto para entender el contexto cultural de la ciudad.
Una escapada cercana
Para cerrar el viaje, una visita al Pueblo Mágico de Bernal —a solo 45 minutos de la capital— permite conectar con la naturaleza y los paisajes del semidesierto queretano. Su imponente Peña de Bernal, tercer monolito más grande del mundo, domina el horizonte, mientras sus calles empedradas, talleres de lana tejida y gorditas de maíz quebrado ofrecen un ambiente tranquilo y auténtico. Subir al mirador o simplemente pasear al atardecer convierte esta escapada en una extensión inolvidable del recorrido por Querétaro.
Querétaro revela su encanto más profundo en estos detalles sutiles: un patio sombreado, un dulce artesanal, una exposición inesperada o una taza de café con vista a la plaza. Esta otra cara de la ciudad invita a detenerse, observar y saborear, convirtiendo cada visita en una experiencia personal e inolvidable.










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