Definitivamente el sitio más importante en el planeta para la protección de la ballena gris, es el
Santuario de Ballenas de
El Vizcaíno, en
Baja California. La ballena gris acude periódicamente en la costa occidental mexicana y en ciertas lagunas costeras del
Estado de Baja California Sur. Estos cetáceos colosales se congregan en la
Reserva de la Biosfera El Vizcaíno en el periodo invernal. En las tibias aguas mexicanas las ballenas, procedentes de las frías aguas del norte del continente, para completar su ciclo reproductivo. Tal especie sufrió una desmedida explotación a finales del siglo XIX y a inicios del siglo XX, lo cual la llevó al borde de la desaparición.
Una de las zonas que integran el refugio natural mencionado es la
Laguna Ojo de Liebre, con una extensión aproximada de 227, 994 hectáreas, mientras que la laguna hermana,
San Ignacio, con su extensión de 142, 956 hectáreas, también es objeto de admiración por parte de los visitantes y de gran importancia para la biodiversidad local.
Esta zona de la
Reserva de la Biosfera El Vizcaíno, con las lagunas
Ojo de Liebre y
San Francisco, concentra ecosistemas marinos y terrestres, protegiendo de ese modo una considerable variedad de especies de flora y fauna, y preservando así la riqueza de los procesos naturales que incluyen una interacción entre mar y tierra.
Aunado a la población de la ballena gris, el santuario natural integrado por la laguna
Ojo de Liebre y
San Francisco, entre otras, sirve de protección a otras especies en riesgo de desaparecer como focas, lobos marinos y tortugas marinas. En esas lagunas se llevan a cabo diferentes actividades de gran importancia económica como la evaporación de la sal, la pesquería, el avistamiento de ballenas y la acuicultura.
Si hay algo por demás destacable- en un sentido ecoturístico- acerca de estas lagunas, es que son lugares con condiciones privilegiadas para la reproducción de la ballena gris, puesto que concentran un grupo de características químicas y físicas como nutrientes, salinidad, temperatura y profundidad entre otras, las cuales hacen de esta parte de la península bajacaliforniana un lugar perfecto para la reproducción y el apareamiento de los cetáceos.
Las ballenas arriban a las aguas mexicanas en los días finales de noviembre tras haber recorrido más de ocho mil kilómetros, desde las aguas del
Mar de Bering,
Beaufort y
Chukchi. Mientras se da su migración hacia el sur, muchas de las hembras de ballenas ya han sido preñadas y son las mismas que darán a luz a sus crías en las aguas mexicanas. Posteriormente durante un periodo de tres meses se fortalecen, ganan experiencia de vida en su hábitat y son educadas por sus madres para emprender la migración hacia las aguas del norte del continente, su área de alimentación durante el verano.
Hay que resaltar que la ballena gris efectúa una de las migraciones más espectaculares del mundo animal de las que se tenga registro, viajando más de ocho mil kilómetros desde las lagunas de
Ojo de Liebre y
San Ignacio, donde se aparean los cetáceos, hasta llegar al
Mar de Chukchi en las aguas del ártico, donde se alimentan y fortalecen para su viaje de retorno.