Se le nombra como Llanos de Apan a una zona del altiplano nacional que es compartido por el Estado de México, Hidalgo, Tlaxcala y Puebla. Se ubica a 60 kilómetros del norte de la capital del país. Esta zona tiene una antigua historia que se extiende hasta los días del México Prehispánico, cuando en este mismo sitio aparecieron asentamientos toltecas y teotihuacanos. Estas comunidades indígenas se dedicaron al cultivo de diferentes plantas, entre ellas, el maguey, cuyo nombre quiere decir en idioma náhuatl, {"árbol de las maravillas"}.
Tal denominación para el maguey no debe causarnos sorpresa, considerando que de esta planta se obtenía una gran cantidad de productos, como por ejemplo textiles, cuerdas, papel, material para la construcción y el tradicional pulque. Con el arribo de los conquistadores españoles, estos se apropiaron de muchas zonas de la región, por el sistema de la encomienda. De allí surgió precisamente el sistema de las haciendas.
En nuestros días, los Llanos de Apan nos asombran con sus bellos paisajes de cosecha, los cuales se extienden por varios kilómetros, así como también por los vestigios de sus haciendas, varias de ellas transformadas en hoteles, donde se puede disfrutar de numerosas comunidades y maravillosos paisajes.
Entre las haciendas pulqueras de la zona destacan la Hacienda de San Lorenzo (en las proximidades de Emiliano Zapata), la Hacienda de Xala, la ex Hacienda de San Miguel Ometusco, transformada en un cómodo hotel y la de San Francisco Ometepec.
Por su proximidad con la Ciudad de México, es posible llevar a cabo una excursión de un sólo día a los Llanos de Apan para conocer sus haciendas y comunidades, como Otumba, Apan y Tepeapulco. Otra visita obligada es la del Acueducto del Padre Tembleque, uno de los más valiosos de México. Se encuentra en las cercanías de Tepeyehualco. También destaca el Convento Novo hispano de Acolman, una de las primeras construcciones católicas de nuestro país.