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Flamingos Celestún

“Piedra pintada” es el significado del nombre maya de Celestún.

Se trata de un apacible poblado de pescadores ubicado al oeste de la ciudad de Mérida, capital del estado de Yucatán. Este lugar atesora tramos solitarios de bellas playas y rústicas palapas en donde se sirven ricos platillos preparados con pescado y mariscos recién capturados. Es el destino perfecto para quienes buscan alejarse de las muchedumbres citadinas y gozar del entorno silvestre local.

Sin duda alguna la atracción más importante en Celestún es la llamada Reserva de la Biósfera Ría, una vasta zona silvestre con humedales costeros, que se perfila como un santuario para diferentes especies animales y vegetales.

Equiparable en su extensión y relevancia ecológica es la Reserva de la Biosfera Celestún, una de las más bellas áreas silvestres en el territorio yucateco.

Incluye una enorme área de manglares, tal vez la más extensa en su tipo en todo el Golfo de México.

Cabe mencionar que la reserva es escasamente profunda: tiene densa vegetación y varios cenotes, salinas y lagunas.

Celestún y flamingos son dos palabras que están estrechamente relacionadas.

Las bandadas de mayor tamaño de flamingos en América del Norte se encuentran allí, en áreas húmedas de la Península Yucateca. Es toda una experiencia ecoturística admirar estas aves tan elegantes de color rosado y un verdadero sueño para los aficionados a la fotografía paisajística. Para poder avistarlos a plenitud en Celestún o en Río Lagartos es necesario abordar una embarcación. Los flamencos rosados son aves bastante curiosas que acostumbran pararse sobre el agua utilizando una sola pata.

También tienen una curiosa manera de alimentarse: colocan sus cabezas al revés y arrastran sus picos en el cenagoso fondo aspirando el lodo repleto de peces, minerales y camarones los cuales constituyen su principal alimento.

Precisamente los minerales que consumen les dota de ese singular colorido en su plumaje.

Es importante mencionar que los flamencos son aves bastante nerviosas, por lo cual es recomendable admirarlas sin alterar su entorno o alarmarlas sin motivo.

Los turistas más afortunados contemplan grandes bandadas de flamingos volando por el cielo de la mañana o poco antes de la puesta de sol. Es una experiencia imposible de olvidar.

Hay que gozar de este fenómeno natural en completo silencio y tomar muchas fotografías por tratarse de una vivencia de esas que se atesoran para toda la vida.

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