Tradicionalmente, cada Viernes Santo, las vías públicas de San Luis Potosí se transforman en auténticos canales de misticismo y anhelo de redención.
A las 8 pm, aproximadamente, da inicio una marcha que transforma a esta ciudad de la provincia mexicana, en el marco de un evento impresionante, de fervor y veneración. Se trata de la Procesión del Silencio, el ritual católico de mayor importancia en tierras potosinas, una monumental demostración de luto por la muerte de Cristo.Las actividades comienzan en la Plaza del Carmen, cuando, en plena explanada, la representación de las huestes romanas convoca la atención del público reunido allí, al son del clarín y las percusiones marciales.
Luego, un guardia pretoriano se separa del contingente y llama en tres ocasiones al portal del Templo del Carmen, una vez que el clarinete ha solicitado el silencio de los espectadores. La gente responde con obediencia a este llamado y presencian lo que sigue, en un mutismo atento.Justo en ese momento, el portal del templo se abre y aparecen sobre la plaza las cruces y los cirios que llevan los integrantes de la tumultuosa procesión.
Al poco rato, las calles cercanas se iluminan con la luz de los faroles. Es entonces cuando los encapuchados avanzan lentamente, con pesar y duelo. Ellos llevan emblemas, íconos sacros y los colores correspondientes a sus respectivas compañías religiosas.Algunas de estas últimas, sobresalen por su arraigo local, como es el caso de las adelitas, charros, miembros de la cofradía Teponaztle y los de la Chirimía.
La mayoría de estas personas son indígenas potosinos. La verdadera protagonista de tal masivo homenaje de fervor religioso, es la Virgen de Nuestra Señora de la Soledad. La imagen de esta Virgen, con un peso cercano a una tonelada, es transportada en hombros por más de cuarenta hombres.A lo largo del recorrido, se pronuncian saetas y pregones, que motivan el alto de la procesión en determinadas escalas.
Tras cruzar calles de la capital potosina, como Villerías, Galeana, Independencia, Universidad, Madero, Aldama, y Manuel José Othon, la Procesión del Silencio finaliza justo en el lugar en donde dio inicio: el Templo del Carmen. Al filo de la medianoche, arriban todas las cofradías y el portal del templo se cierra. Entonces San Luis Potosí descansa y se prepara para celebrar al día siguiente, los festejos del Sábado de Gloria, la resurrección de Cristo.Este complejo ritual, cuyos orígenes en la Nueva España, se remontan al siglo XVII, se celebra anualmente desde 1954.
A partir de entonces, ha devenido en la procesión religiosa más importante de nuestro país.