Si algo caracteriza al pueblo oaxaqueño es su profunda religiosidad, así como sus costumbres fuertemente arraigadas.
Esto se manifiesta en las cocinas oaxaqueñas, donde recetas traídas de España y preparaciones indígenas son preparadas diariamente y transmitidas de generación en generación.Entre los platillos tradicionales, los de Cuaresma juegan un papel primordial.
Éstos permiten a los oaxaqueños disfrutar de uno de sus mayores placeres –la comida– y, al mismo tiempo, cumplir con el ayuno de carne requerido por la religión católica. Por tal razón, durante el periodo de vigilia abundan las opciones para comer sabroso.Desde temprano, en los atrios de los templos y las iglesias se colocan largas mesas con ollas de barro que contienen aguas frescas.
Hay de sabores comunes, como horchata (arroz con canela), jamaica (preparada con flor de jamaica), mango, tamarindo, sandía y limón con chía (una semilla pequeña). También hay de sabores exóticos, como pétalos de rosa, tuna y nuez. Aquí también se vende tejate, una bebida tradicional a base de cacao y maíz.El complemento perfecto de los desayunos son el pan de yema, preparado con huevo y horneado todos los días en panaderías tradicionales, y el chocolate, preparado con leche o agua y servido con mucha espuma en una taza de barro.
En los mercados encontrarás mujeres vendiendo chapulines dorados con ajo, limón y sal. No te limites a tomarles una foto: ¡anímate a probarlos! Te sorprenderás con su exquisito sabor y su textura crujiente. Prueba también las tlayudas, tortillas gigantes con frijoles machacados, quesillo y salsa. De postre, nada mejor que unas nieves de sabores como leche quemada, queso y mezcal.En los restaurantes oaxaqueños hallarás un menú bastante variado: molotitos de plátano macho rellenos con queso fresco, tamalitos de elote con crema y el clásico caldillo de vigilia (que contiene papas, ejotes, nopales, chícharos, epazote, tomate, huevo y pescado), entre otros manjares.
No olvides acompañar tu comida con un vasito de mezcal acompañado con sal de gusano de maguey. Pídelo blanco o reposado. ¡Buen provecho!