A tan solo 10 kilómetros al norte de San Miguel de Allende, en dirección a Atotonilco, se encuentra una joya cultural que ha comenzado a destacar como una nueva propuesta de turismo: la Ruta Capillas de Indios. Este recorrido, que abarca un conjunto de seis edificaciones religiosas construidas entre los siglos XVIII y XIX, invita a los visitantes a explorar no solo la arquitectura colonial de la región, sino también las profundas raíces culturales y espirituales que estas capillas representan.
La Ruta Capillas de Indios se extiende a lo largo de 15 kilómetros de un camino de terracería que serpentea por un paisaje caracterizado por nopales, mezquites y cactáceas. Las capillas, separadas en algunos casos por solo unos cientos de metros, ofrecen una experiencia única, donde el tiempo parece haberse detenido, permitiendo a los viajeros adentrarse en la vida y costumbres de las comunidades rurales que han habitado esta región por siglos.
El recorrido por la Ruta Capillas de Indios es mucho más que una simple visita a edificaciones históricas; es una inmersión en el pasado de las comunidades indígenas y mestizas que construyeron estos templos. Acompañados por guías locales, los visitantes pueden descubrir las historias y leyendas que envuelven a cada capilla, así como los ritos y festividades que aún se celebran en honor a los santos patronos que resguardan estos lugares sagrados.
Una de las primeras capillas que se encuentran en el recorrido es la dedicada a la Virgen de Guadalupe, ubicada en la comunidad de Montecillo de Nieto, a 10.7 kilómetros de San Miguel de Allende. Esta capilla, como muchas otras en la ruta, se encuentra cerca del antiguo cauce del Río Laja, un importante afluente en épocas pasadas. En su interior, es posible apreciar una flor de seis pétalos, un símbolo que, según las creencias locales, está relacionado con el agua y que resuena con las tradiciones ancestrales de la región.
El recorrido no solo destaca por su valor histórico y arquitectónico, sino también por la riqueza cultural que se transmite a través de las historias compartidas por los habitantes de la región. Una de las leyendas más fascinantes es la del Chan, un ser mágico que, según la tradición, alimentaba un ojo de agua que existió en Montecillo de Nieto, hoy extinto. Estas narrativas orales enriquecen la experiencia del visitante, permitiéndole conectar con la espiritualidad y las creencias que aún perduran en estas comunidades.
El entorno natural que rodea las capillas es parte integral de la experiencia. Durante el recorrido, los visitantes pueden disfrutar de un paisaje salpicado de vegetación típica del semidesierto, con vistas que invitan a la contemplación y al descanso. Además, el camino está salpicado de pequeñas sorpresas, como casitas, tienditas y edificaciones en ruinas que revelan los diferentes usos que se les ha dado a las capillas a lo largo de los años.
Un ejemplo de ello es una capilla en ruinas dedicada a San José, que se encuentra casi oculta por una modesta vivienda. Propiedad de don Eustasio Ramírez, un anciano que compró el terreno en la década de 1940, esta construcción fue en su tiempo un templo que, tras ser quemado y deteriorado, terminó siendo utilizado para almacenar garbanzo. Hoy, su estructura derruida es un testimonio silencioso del paso del tiempo y de la historia que estos lugares encierran.
El recorrido por la Ruta Capillas de Indios también ofrece la oportunidad de degustar la cocina tradicional de la región. En la comunidad de San Isidro Bandita, a 5.9 kilómetros de Montecillo de Nieto, los visitantes pueden disfrutar de una comida casera en un comedor local. Este lugar alberga una capilla dedicada a San Isidro Labrador, el santo patrono de los agricultores, quienes aún hoy constituyen la mayoría de la población en la comunidad.
Los productos agrícolas como trigo, chile, jitomate, maíz, calabaza y frijol son parte esencial de la economía local, y los platillos que se preparan con ellos reflejan la riqueza gastronómica de la región. Además, en San Isidro Bandita es posible rentar caballos para continuar el recorrido hacia otras comunidades cercanas, como Oaxaca, donde se encuentra la capilla de San Mateo. Esta edificación, según una inscripción en su interior, fue construida en el siglo XIX por la familia Landin, cuyos descendientes aún residen en la comunidad y custodian el templo.
La Ruta Capillas de Indios no solo es un reflejo de la fe cristiana impuesta durante la Colonia, sino también de la resistencia cultural y espiritual de los pueblos indígenas que habitaban la región. Durante el recorrido, es posible observar elementos que revelan la cosmovisión otomí, como las representaciones de la flor de los cuatro vientos, un símbolo de los cuatro dioses poderosos según la mitología otomí.
Además, algunas capillas presentan imágenes y símbolos que reflejan la adoración al fuego, las montañas, y otros elementos naturales que eran considerados sagrados por los otomíes. Este sincretismo entre la religión cristiana y las creencias indígenas otorga a las capillas un carácter único, donde lo espiritual y lo terrenal se entrelazan de manera armoniosa.
Al concluir la jornada, es evidente que la Ruta Capillas de Indios es mucho más que un simple recorrido turístico. Es una oportunidad para conectar con la historia, la cultura y las tradiciones de una región que, aunque pequeña en extensión, es inmensa en riqueza cultural. Para quienes visitan San Miguel de Allende, explorar estos rumbos aledaños es descubrir un territorio lleno de vida, donde cada capilla, cada historia y cada paisaje ofrece una nueva perspectiva sobre el pasado y el presente de este rincón de México.