El estilo de vida en la península de Yucatán, que funde elegancia y frescura, se refleja en las haciendas henequeneras, dispersas en la selva baja que predomina en la región. Estas primorosas construcciones vivieron su primer esplendor en el umbral del siglo XX y hoy de nuevo vuelven a ser referente mundial de lujo y sencillez.
Es muy común encontrar en las haciendas una simbiosis entre naturaleza e historia: los mayas se establecían cerca de un cenote, reserva natural de agua, y es por ello que varias haciendas tienen en sus cercanías alguna zona arqueológica, como la Hacienda de San Pedro Ochil o la de Yaxcopoil.
Prácticamente en cualquier rincón de Yucatán hay una hacienda henequenera. De algunas sólo quedan ruinas y las podrás ver a lo lejos desde la carretera. Otras se han convertido en atractivos centros turísticos donde se hacen recorridos a cenotes o breves paseos en tren. Entre las más reconocidas se encuentra Teya y su afamado restaurante y Sotuta de Peón, que es de las pocas que se mantienen en funcionamiento.
Para hospedarse, la propuesta es muy variada: desde las pequeñas y privadas como Misné, Santa Rosa y San Antonio Millet, hasta las majestuosas, como Temozón que recibe a sus visitantes con una hermosa fachada roja y una alberca que refleja el intenso azul del cielo yucateco. Aunque con detalles únicos, las haciendas tienen un éxito compartido: la minuciosa decoración realmente transmiten la sensación de vivir en otra época. Su elegante frescura relaja los sentidos y hace perder la noción del tiempo y la calidez con la que eres atendido te hará sentir el patrón de la hacienda.
Elegir una hacienda de Yucatán para hospedarte será un reto, aunque puedes decidir según las actividades opcionales que te ofrecen: paseos en jardines botánicos, talleres con médicos tradicionales mayas, interacción con artesanos locales o paseos en bicicleta por los alrededores. Algunas cuentan con servicio de spa y otras más te ofrecen la refrescante experiencia de nadar en un cenote. Otras haciendas se rentan a un solo huésped, garantizando así la exclusividad.