En Michoacán existen pueblos llenos de magia y tradiciones que merecen ser ponderados en todos sus valores turísticos.
Conocerlos es descubrirse uno mismo en un caleidoscopio de rasgos culturales e idiosincráticos reveladores, fascinantes al extremo. Por ejemplo cerca de la autopista que conduce de Morelia a Pátzcuaro y Uruapan, encontramos a Tiripetío, Tupátaro y Cuanajo.En el caso de Tiripetío, a esta comunidad purépecha arribaron en 1537 los frailes agustinos, con el propósito de evangelizarlo.
Un año después, Fray Diego de Chávez comenzó la construcción del Templo de San Juan Bautista y de su convento añexo, complejo que fue concluido en un tiempo sorprendente: apenas 15 años. A tal edificación, como era una costumbre de la época, se le agregó un hospital para atender a los indígenas de la región.En 1540, los agustinos decidieron instalar en ese edificio el Colegio de Estudios Mayores de Artes y Teología, la primera institución educativa en su tipo de todo el continente americano.
Posteriormente, en 1802, los frailes abandonarían ese complejo conventual cuando el inmueble paso al poder secular. Y si bien un incendio en el siglo XVI dañó las pinturas que incluía, aún es grato disfrutar su diseño arquitectónico, con una portada estilo renacentista y un frontón en donde aparecen esculturas de San Juan Bautista, San Nicolás de Tolentino y San Agustín.Por lo que se refiere a Tupátaro, allí destaca el Templo de Santiago Apóstol, uno de los más hermosos del estado de Michoacán.
Y si bien su fachada es sencilla con algunos detalles labrados y una torre de campanario, su interior es una verdadera maravilla. Su techo, pintado en 1725 muestra 33 imágenes de arcángeles que llevan consigo los elementos de la Pasión y Muerte de Jesucristo. De hecho, su número refiere a la edad de Jesús al morir en la cruz. Aunado a estas representaciones, el Templo de Santiago Apóstol tiene algunas otras composiciones pictóricas, relacionadas con Santa Cecilia y la Santísima Trinidad.Finalmente, Cuanajo ofrece a los visitantes la opción de conocer su admirable iglesia, dedicada a Nuestra Señora de la Natividad.
Pero además, este pueblo purépecha destaca por su tradición artesanal, manifestada principalmente con trabajos en madera y tejidos realizados con telar de cintura, esto es: centros de mesa, chales, rebozos, etc. Sobresalen los muebles de grandes dimensiones, pintados y tallados en vivos colores, como por ejemplo, sillas, mesas, roperos y muchos más.